Me gusta coser barquitas. Bordarlas con hilo rojo, azul o plateado. Elegir sus telas y plegarlas como botecitos de origami. Imaginarlas en aguas tranquilas, navegando de norte a sur, o de sur a norte, dejándose llevar por el viento; suavemente. Me gusta pensar que las barquitas llegan a puertos soleados, por donde camina la gente en un malecón y mira las nubes para nombrarlas con palabras inventadas o sacadas al azar de un libro de poemas. Las barquitas van. Cruzan ríos y mares, atraviesan cielos alegres de lunas, estrellas y nubes.