Se han contado muchas historias sobre el origen y la creación de los colibríes, pero la más real es la que nos cuenta Micaela…
Micaela estaba sentada bajo el jazmín…
Le gusta mucho estar ahí porque siente el suave aroma de esas delicadas florecillas. Y además, se divierte viéndolas caer como pequeños copos de algodón.
Ya era la hora del crepúsculo, y Micaela, tendida sobre el pasto, mirando los jazmines como flotando en el aire, de pronto se da cuenta que de una de las ramitas se desprende una flor y sale volando.
Al momento, se produce una metamorfosis mágica, con las luces tenues del atardecer, la flor blanca se torna de colores del sol y se convierte en colibrí.
Micaela, asombrada, intenta alcanzar a la avecilla, y al estirar la mano, se eleva convirtiéndose en una pequeña duendecita.
Así, se monta en el colibrí y salen los dos volando entre las flores y el sol.
Le gusta mucho estar ahí porque siente el suave aroma de esas delicadas florecillas. Y además, se divierte viéndolas caer como pequeños copos de algodón.
Ya era la hora del crepúsculo, y Micaela, tendida sobre el pasto, mirando los jazmines como flotando en el aire, de pronto se da cuenta que de una de las ramitas se desprende una flor y sale volando.
Al momento, se produce una metamorfosis mágica, con las luces tenues del atardecer, la flor blanca se torna de colores del sol y se convierte en colibrí.
Micaela, asombrada, intenta alcanzar a la avecilla, y al estirar la mano, se eleva convirtiéndose en una pequeña duendecita.
Así, se monta en el colibrí y salen los dos volando entre las flores y el sol.
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