Cuento para colgar inspirado en la historia "La sirena y el capitán" de María Elena Walsh.
En el jardín de mi casa sobre una
piedra honda se formó una pocita. En la pocita nació una flor de loto y al poco
tiempo, no sabemos cómo, apareció sobre ella una diminuta Sirena.
Tenía una mirada nostálgica y la
escuchábamos cantar:
En noches de
luna llena por el río Paraná
una sirena cantando va.
Por aquí, por allá, el agua qué fría está.
Juncal y arena del Paraná,
una sirena cantando va.
una sirena cantando va.
Por aquí, por allá, el agua qué fría está.
Juncal y arena del Paraná,
una sirena cantando va.
Canción que aprendió de otras
sirenas, sirenas de lugares lejanos, pero que a través del agua y el canto están
más cercanos.
Como era tan pequeñita, mis hermanos
y yo, no queríamos asustarla entonces buscamos la mejor manera de acercarnos a
ella. Esperamos a que oscureciera para sentarnos al borde del jardín y hablarle.
Entonces nos contó:
Había llegado a la pocita, volando
sobre un petirrojo desde un bosque encantado, con un gran
río en el que ella solía nadar y cantar acompañada siempre, de otras sirenas
y delfines rosados.
Imaginaba que volvería a aquél lugar,
que subía a un velero y navegaba entre nubes hasta llegar al bosque.
Es así, que cuando volvimos al día
siguiente, ya no la encontramos. Solo quedó allí la flor de loto y unos notitas,
flotando en la pocita.
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