Un poeta se sentó en mi mesa, susurraba palabras desordenadas que volando sobre el tocuyo bordaron una casa.
Desde el centro de la tela se levantaron las ventanas, se tejieron melodías que a borbotones pintaron los versos del poeta; ellos se fueron con el viento, y voltearon en la esquina hacia el sinfín.
Un poeta se sentó en
mi mesa, susurraba palabras desordenadas que volando sobre el tocuyo bordaron
una casa.
Desde el centro de
la tela se levantaron las ventanas, se tejieron melodías que a borbotones pintaron
los versos del poeta; ellos se fueron con el viento, y voltearon en la esquina hacia el sinfín.
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