Por Florentino Díaz
El tejido es la piel. La piel es el enjambre sobre el cual se
cierne el recuerdo. Tejer y recordar son acciones que nos enlazan con lo
humano. Los Cuentos para colgar se insertan en la tradición de quienes narran
los sueños de una comunidad. En estrecha sintonía con lo onírico, las
esculturas de Claudia García nos permiten abordar el vuelo de la imaginación
sobre la cual podemos nosotros despertar nuestra sensibilidad hacia el ascenso.
Vuelo, ligereza, sueño, suspensión en hilos de volúmenes que cuentan en su
propio proceso y culminación los detalles de una acción colectiva: ese anhelo
por lo sutil. Si bien es cierto es la artista quien confecciona desde el boceto
de la obra hasta su propia realización -largas estancias espera a quien teje-
también es verdad que ella se sabe deudora de una colectividad que sostiene e
inspira su trabajo. Es una epifanía onírica, como bien ella nos cuenta, lo que
ofrece el hilo conductor y narrativo a
la multitud de personajes aquí presentes. Epifanía no libre de misterios y
tensiones, como el paso del agua hacia el aire o el encuentro con Violeta
Parra, (artista delicada y tejedora también) con quien sugiere palabras invisibles
bordadas en el espacio. Estas piezas evocan presencias, evocan también ese
deseo de ascenso y sublimidad en tiempos de un total apegamiento a lo terreno,
de un movilizarse puramente en la horizontalidad terrestre manifestada en el
incesante consumismo y la progresiva disolución de los sentidos humanos. En
este trabajo García Pereyra apela a ese lenguaje simbólico y universal del
sueño, de la parábola, de lo poético y de lo sintético como es el haiku para
darnos su propia cuestionamiento y reflexión acerca de lo que nos puede permitirnos
contemplar las cosas un poco más en su vuelo, en su estado primordial de
suspensión como en una imaginada matriz. Por eso creo que estas esculturas de
tela, estos cuentos para colgar nos narran la posibilidad de despegarnos de
nuestras quimeras cotidianas y apreciar más aquello de lo cual provenimos,
acercarnos a lo sutil, sintonizarnos con los astros.
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